miércoles, 6 de mayo de 2015

PUCHERO PARA CENAR







César Luis Menotti, en su retiro a los micrófonos, lo dijo muy acertadamente un día: "El Real Madrid me resulta caviar, y al rato un puchero". Todo en un mismo partido, como engarzando en una amalgama. En la noche donde más necesitaba decantarse en esa querencia, -semifinales de Champions en uno de los estadios más complicados y apremiantes- fue la noche de las que más osciló hacia el puchero de ñaque (en la segunda parte sobretodo). Y para el momento, el puchero no era lo más digesto. Lo empujaron varios factores:


1) La ausencia de su fermento.

 (Luka), en el partido donde la interpretación de un modelo tan abigarrado requería de su presencia, representó y propició el desconcierto de los primeros minutos de cada parte, donde la Juve encontraba en su empuje la fórmula para combatir a un equipo muy superior, aprovechándose de dicho desconcierto. Acrecentada con el Hándicap que significó su substituto, Ramos en el interior, que tendía hacia el pivote por su naturaleza defensiva, oprimiendo el "espacio Kroos". Ese espacio donde se fragua la circulación fluida. Si añadimos que Sergio estuvo desacertado en el pase (raro en él), y en su posicionamiento (normal en esa nueva posición), se entienden los mayores déficits que presentó el equipo anoche.

2) Dos de los madridistas que mejor englosan el modelo...

(James y  Kroos), se vieron menguados. James iniciando por izquierda, veía de repente cómo había una pieza nueva que le sacaba de su espacio (Bale). Los movimientos del galés terminaban empujando al colombiano a la línea de centrocampistas, en vez de mantenerlo en la delantera como cuando ocupa la derecha. Total, sus piezas más importantes -sobretodo, y raramente, toda su linea defensiva- bajaron su nivel individual, y con ello,  emborronaron un concepto de bloque que no fue malo ni mucho menos.



El crecimiento Juventino.

Ante el panorama, el equipo de Allegri creció. Vidal inmenso y omnipresente  en toda la parcela, junto con un Tévez intimidatorio, presionaron provocando fallos serios. Aunque que el sistema de Allegri marcase diferencias, no fue debido a una superioridad conceptual ni táctica, sino más bien un efecto intimidatorio de sus factores: la seguridad en la portería tan importante en estas citas, (la cual no tiene el Real Madrid) la amenaza de Tevez y Morata, y la más trascendente; la apabullante presencia de Arturo Vidal. Que entre ellos se aprovecharon de la inseguridad merengue en los primeros minutos, y de los espacios entre líneas que dejaron.



El efecto Isco.

El malagueño, tras el empuje de los turineses, cuajo unos minutos portentosos devolviéndole el control al equipo. Lo cual le bastó para demostrar que la Juve, sin balón,  no tiene con qué resistir a un Real en su versión caviar. El malagueño logró ensamblar las piezas en desorden poco a poco con su juego de eliminación, su pausa y su destreza con el balón. Eso, teniendo en cuenta el amedrentador escenario, tiene un valor exorbitante.  Marcelo, Kroos y Ronaldo se vieron muy beneficiados (y sanados) de su serenidad y capacidad para forzar a sus compañeros a desarrollar un determinado tipo de fútbol. Volvió a enseñar que sus bondades, son superadas ampliamente con el virtuosismo que con balón evidencia. Es un influyente carácter campeón el que le brota a este equipo cuando se impone el fútbol del malagueño.




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