domingo, 15 de febrero de 2015

UN MADRID DILUIDO.









El Madrid desde Cordoba se diluye, y cualquier equipo, en cualquier momento, le puede superar.

¿Qué ha cambiado en el Madrid pletórico de hace dos meses a éste para que la diferencia sea abismal? Lo primero en lo que se ve un cambio cardinal es en el centro. Donde se gobierna la estabilidad de un equipo. El Real Madrid es el equipo de un alma más atacante que hay. Casi ninguno de sus jugadores se distingue por ser equilibrado en defensa más que Pepe, Arbeloa y Khedira -casualmente ahora ninguno de ellos actúa-. Y por tanto, el más exhortado a someterse al desequilibrio. Incluso ni sus defensas titulares (Ramos, Marcelo, Carbajal), son de individualidad ordenada.




El rompecabezas resuelto.

Ancelotti resolvió el rompecabezas de un equipo desproporcionado, para hacerlo jugar un fútbol de pedigrí. La solución residió en hacer de un equipo fantasioso pero desequilibrado, sólido. ¿Como? Haciendo que todos atacaran y todos defendieran. Concertó el compromiso y el sacrificio con la fantasía y la determinación. Pero no solo la actitud hace al equipo. Para eso necesitas un tono físico y de concentración altísimos. Y además, un sistema que lo permita. Algo nada fácil. De hecho al principio cuando esbozó el primer trazo, nadie creyó en la idea cuando veían la ausencia de un centrocampista dotado de orden defensivo que aportara equilibrio. Kroos siempre fue un mediapunta aplicado. Pero la idea de Ancelotti era otra. El equilibrio lo aportaría el conjunto al completo. La salida de Alonso, el mejor centrocampista táctico defensivo (el mayor que ha dado el fúbol)  para acompañar a los defensas y sostener a un equipo tan díscolo en tareas de contención, le sirvió de excusa para convencerles. La única manera de resultar competitivos sería si todos, todos, se sumaban al compromiso táctico. Les convenció.

Su mejoría se sostuvo también en el sistema de los escalones. Que consiste en añadir (en ataque solo) jugadores en la zona de entre líneas. En dicho sistema el interior derecho se encargaba de acelerar el juego, romper línea rival y conectar con los tres delanteros (Modric). En el interior izquierdo (James antes de la lesión) servía de puente entre delanteros y centrocampistas a la hora de atacar,  posicionándose en esa zona entre la línea de ataque y centro. De esa manera Carlo conseguía subsanar el mayor problema del equipo: las distancias. Y a su vez configuraba un dibujo escalonado donde James y Bale o Cristiano hacían de mediapuntas, creando un ataque posicional muy difícil de defender para los rivales  -además de un elemento más para defender tras pérdida-, porque con el añadido de las llegadas en banda de los laterales se creaban multitud de  lineas de pase y elementos para ejecutarlos que hacían el Madrid más heterogéneo y peligroso de los últimos años.




Ahora todas esas premisas no existen.

El centro del campo ha cambiado sus piezas por las lesiones, al margen de Kroos.  Ahora tiene otros interiores. En el derecho, Illarra o Khedira, tienden a cerrarse por naturaleza y casi formar un doble pivote con Tony (lo cual agobia al alemán). E Isco, en el interior izquierdo tiende también a bajar para recibir. Le gusta y tiene la excusa de la poca fluidez que crea el otro interior para entrar en escena. El resultado es un centro del campo que tiende a retrasarse y atascarse si tapan bien a Alarcón y Kroos. Y por tanto a distanciarse de la delantera. Si sumamos el tono de menos que tienen los delanteros para replegar el sistema unido y sólido que había urdido Carlo se ha desfigurado. El equipo vuelve a partirse como antes de la racha maratoniana. El balón no llega a sus delanteros, ni a esa zona entre líneas donde destacó un Madrid escalonado y ultra controlador. Sin eso, éste equipo, acostumbrado a dominar,  sufre ante cualquier equipo mínimamente estructurado y con una idea clara de juego independientemente de su nivel. Todo lo que marcaba la diferencia, a día de hoy, no existe y Ancelotti y los jugadores, que no son tontos, lo saben. Ahora además del cansancio y las carencias, se juega con nerviosismo e inseguridad. Depende de las individualidades de Bale e Isco. El de Cardiff es una garantía descomunal cuando hay que tirar del equipo, pero es humano.  Y tímido.


La diferencia (solución), la velocidad.

Hacer circular el balón  con velocidad hace que el rival no llegue a tiempo en la presión, y mandas al traste todo su trabajo. Pero si el equipo está espeso, también lo está en la circulación. La velocidad con balón es más importante que la velocidad para recuperarlo. Sin velocidad en esas dos circunstancias el equipo pierde el control de la situación pues da aire al contrario. Los partidos que ganaba este Madrid holgadamente y sin despeinarse, hoy los sufre. El Barcelona ahora marca la diferencia con esa velocidad, la de circulación de balón para someter al rival, y la de la presión para recuperarlo. Eso explica porque uno a perdido su holgura y porque el otro la ha recuperado. 


¿Como se recupera la velocidad?  

Como mínimo la recuperación física, anímica y de, al menos, uno de sus interiores titulares. Modric. El Croata es un inyector y temporizador de velocidad. Entonces podremos ver la obra de Ancelotti aproximarse más a su nivel. De su fútbol de autor, creativo, incomprendido, pero de innegable atrevimiento y bizarría (por lo de jugar con hasta 5 mediapuntas en el 11) en su composición. Imperfecto, sí, pero se atreve con decisiones que otros ni siquiera sugerirían.






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