jueves, 5 de febrero de 2015

EL DÍA DE LA MARMOTA










Cada año, el día 2 de febrero, en ciudades de los Estados Unidos - y Canadá- se celebra una curiosa tradición que ha pasado a ser parte de la cultura popular. El día de la marmota es una fecha en la que, según la tradición campesina por aquellos lares, uno de estos animales sale de su madriguera. El animal en cuestión, cual metereologo, saldrá de su hibernación de meses en su madriguera para ver si encuentra o no su sombra en el suelo. El resultado esclarece a los campesinos si está cerca el comienzo de la primavera... o durará 6 semanas más el frío invierno.

Ayer el frío gélido y lluvioso era un preámbulo esclarecedor del resultado. La marmota, al salir y comprobar la gélida noche, vislumbró rápido su sombra y se fue de vuelta a su letargo. Ancelotti, casualmente de estirpe agraria, solo que de Reggiolo, esperaba ansioso la primavera. Que sus jugadores salgan de un letargo que ya dura todo el invierno, desde alguna semana antes del mundialito. Pero tendrá que esperar. Según el folclore angloamericano 6 semanas más. La primera media hora lo corrobora. El plan de Unai, que ya no es novedad, ante un grande se creció, como el hermano pequeño que se subleva, pero que al final recibe la torta de escarmiento.




El plan de Unai.


Esta valiente propuesta tan reactiva, enciende tanto a sus propios jugadores que acaba colapsándoles y propiciando errores infantiles. Tras esos fallos y el brutal esfuerzo, el marcador se pone en corriente y sus pies en tierra. Pero también hay que decir que durante media hora le dio un susto al grande. Iborra, mediocentro defensivo de los de musculo y orden, ejerció de segundo punta el el encuadre (4-4-2).  La idea era iniciar en largo, cargar las segundas jugadas con hombres de segunda línea y asfixiar la salida de balón del Madrid empezando por Ramos y Varane. Todo tenía que ser con dos condiciones que se dieron; intensidad voraz visitante, y letargo local. Le funcionó.



El éxito sevillista también se sostuvo en meter el dedo en la llaga del Madrid. Que no era otra que su salida por el perfil diestro. Allí andaban Khedira y Arbeloa, jugadores sin participación este año, y la poca que tienen siempre desentonandos. El nuevo Madrid de Ancelotti en su razón de ser (control total de los centrocampistas) no confluye con el pie de éstos.  Esa presión alta del Sevilla, sobretodo por ese sector le dio vida y ocasiones.  El Madrid jugó cojo. El balón apenas iba a la derecha y cuando iba, hubiese sido mejor que no. Eso permitió a Krychowiak y Vitolo -pivote y extremo izquierdos- irse de su costado y cerrar la presión sobre Varane y Kroos, propiciando un eficaz achique de espacios sobre la banda de Marcelo e Isco que mermó mucho la precisión de los dos mayores focos de juego del Madrid.




La influencia de Gareth.


Sobrepasado el primer tercio, coincidiendo con la lesión de James, Bale pasó a la banda derecha para dejarle la izquierda a Jesé. De ahí al 49 se asistió a una demostración de la influencia de Gareth. Cuando sabe que el equipo le necesita siempre da un paso al frente. Quizá es más su habitat, porque quizas esa era su costumbre en los anteriores equipos. Cambió el guion a golpe de su zurda y su inteligencia para leer los problemas que surgen en en el transcurso del partido. En plan Messi bajó a recibir, asumió decisiones en el mediocampo y creó ocasiones de gol en un sector que había sido estéril. Forzados a defender un territorio más vasto, los andaluces dejaron de llegar a tiempo a las citas y perdieron los nervios. El Real superaba fácil las presiones y luego en campo hispalense jugaba a placer porque estaba vacío de camisetas rojas. En resumen, Bale cambió la tendencia y pasó a meter en la cueva al rival. A partir de ahí todo volvió a su cauce en cuanto a los jerarcas; comodidad y brillo para la magia de Isco, soltura para Benzema y Marcelo , y paz Kroos.

Entonces Gareth, en ese contexto de jugadores que se sienten importantes cómodos, volvió a su temperamento dócil. A su fútbol para hipertensos. Pasó de soldado demoledor a soldado raso cuando sus comandantes pasaron a operar. Bale es un jugador de grandes momentos, pero ninguno de estos coincide cuando sus compañeros, sobretodo los acaparadores de juego (Isco, Marcelo y Cristiano), llevan las riendas del equipo. Él ahí se eclipsa. Mas trabajo para Carlo.










No hay comentarios:

Publicar un comentario