lunes, 22 de diciembre de 2014

YA LO DECÍA FRANK MARSHALL








Ya lo decía Frank.

Frank James Marshall era un ajedrecista newyorkino que dominaba el juego táctico defensivo. Un importante gambito en la defensa semieslava lleva su nombre: "gambito Marshall". Él decía que un mal plan, siempre es mejor que no tener, y Bauza muy práctico, nunca creyó en la divinidad de su hincha el Papa Francisco. Tenía claro que con sus recursos de vuelo bajo no tenía opciones etéreas. Se le podía adivinar el ineludible final con un ápice de escepticismo. Pero supo guionizar la final hacia donde le interesaba.  Desde que Bosman arbitrara para siempre la distancia entre Europa y America, el guion místico que permitió competir a los proletarios fue posible.  Amparado en el 4-1-4-1, con Mercier como mediocentro y Ortigoza como auxilio cercano, juntó las líneas al máximo, acumuló jugadores en el carril central hasta dejar inoperante esa zona donde finalizan las diagonales los extremos madridistas. Llevó su juego de fricción e intensidad al límite, a cotas de hacer incómodo y arrítmico el partido al conjunto más cómodo y rítmico de 2014. Y lo consiguió, pero ganarle al Madrid, a día de hoy,  es muy difícil. El juego del Madrid no fluyó hasta que Ramos dejó patente su venganza reparadora en los partidos más importantes y su imborrable impronta en los libros de las leyendas históricas.



El pistoletazo de salida.

El Real, no hallaba las soluciones a pesar de saberse las preguntas del examen. El juego excelso de octubre y noviembre se viene apaciguando. La chispa y la inspiración no es constante, como recordando a los pudientes que tampoco hay milagros para ellos. Los partidos ahora los saca por aguante y unión. Y por la calidad de sus hombres para marcar la diferencia en el digital. Durante muchos minutos de la primera parte no supo cómo crear espacios, y, en consecuencia, no logró conectar con la British Broadcasting Corporation. Pero esperaron como un gamo el pistoletazo de salida, a que el ritmo de aguante argentino menguara, para con él, encontrar los espacios que necesitan para correr los velocistas blancos. A partir del gol si lo hicieron. Fue (el gol) el pistoletazo que esperaba el Madrid durante todos esos minutos  de continuas desavenencias. Desavenencias que solo Sergio y Pepe desequilibraban con sus artes contra los 11 rivales. El equipo a día de hoy es un conjunto que se adapta a cualquier escenario y sabe sufrir en todos. Tiene armas para vencer y dominar en cada cual.




El esperado final.

Las dificultades de los de Bauza para salir tras robo morían poco después de pasar el centro del campo, donde Ramos y Pepe, sobrados físicamente ante los delanteros rivales, acertaban siempre a anticipar y cerraban con éxito las espaldas de los laterales, haciendo imposible ese pase filtrado a la carrera de Cauteruccio que hacía soñar a los de "Marshall". En la segunda parte, un Isco deslucido, iba a soltar ese destello que le hace un tipo diferente y diferencial. Una asistencia suya a Bale ante el desconcierto de una zaga argentina que dio por hecho que el galés estaba en fuera de juego acabó en el gol que confirmaba el esperado final, y corroboraba el idilio del de Cardiff con las finales. Tras el 2-0, el partido moriría. El milagro quedará para otro día.





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