sábado, 27 de diciembre de 2014

ENTRE CALCETINES, COLONIAS Y ATAVÍOS







Sus inicios.


"Era un fuera de serie, no corría, no se sentía, se deslizaba" recuerda el profe Ortega de su irrupción en 2003. Entonces ya era preparador físico de aquel Atlético de Madrid de Luis Aragonés recién resurgido del infierno, y el Cholo y el Mono sus compañeros. Donde Torres ya con 17 años era el faro del equipo, el jugador que portaba toda la responsabilidad a cuestas. Un Raúl Gonzalez Blanco de la orilla del manzanares. Sus condiciones físicas innatas, su mentalidad madura y su precocidad insultante le llevaron a liderar aquel Atlético casi por inercia. Entonces el equipo necesitaba su figura para salir del pozo, y luego en primera afianzarse. Su sigilosa zancada en aquel sistema siempre cuajaría. Nadie jamás dudó. Era como gestado a medida.  En un sistema que siempre ha transitado en la defensa férrea y los contraataques, las características de Fernando le venían de fabula y viceversa. 




La gran pregunta.


Desde que Torres decidiera hacer las Europas, la familia Atlética no ha dejado de hacerse una pregunta: "¿Volvera El Niño algún día?" Han pasado 7 años de su partida pero nunca se sintió que el hijo desarraigara. Siempre fue todo como un transito de tiempo necesario. Cuando las cosas no te van tan bien siempre está tu casa. En sus palabras y sus gestos siempre quedó patente. Cada éxito que fraguó en el exilio lo compartió engalanándose con el escudo y el rojiblanco, como un colono que nunca se desvía de su propósito. Cada título (Eurocopas, Mundial, Champions, Europa League, F.A. Cup) estuvo meticulosamente compuesto y medido para engarzarse en una remembranza que remite a la gran familia atlética. Entre calcetines, colonias y atavíos varios, estas navidades habrá algo reverberando sus corazones. 




En este Atleti.

En éste Atlético no sale casi nadie al ataque en las transiciones, más bien se quedan guardando el orden casi todos. Las salidas son casi aventuras unitarias donde el ejecutor precisa de una circunspección extraordinaria. Ahí Torres casa. Desde que Diego Costa no está, Simeone no ha encontrado esa figura que se echa el equipo a la espalda, que soporte ese rol y sepa jugar con un sistema que le coloca a 70 metros de la portería rival, que rentabilice los espacios. Ahí no son muchos los que tiren del carro. Mandzukic es más referencia, y Griezmann tiene la velocidad pero no el aplomo. 


La ilusión.

 La ilusión que ya de por sí es habitual en el Calderón, se extenderá como un tropel cuando asome la figura de su ojito derecho. Es un cuento de amor, partida, retorno. Por si la fuerza Atlética, su principal aval, haya aminorado esta temporada un ápice después de la gesta de la anterior, llega un dinamo potenciador. Por eso vuelve. El Calcio no es fútbol para su pisada, el Atlético actual  le necesita, y él necesita el calor de su familia. Es un relato de la pasión rojiblanca, una media verónica muy lenta en la que se refleja toda la grandeza de los buenos tiempos que quieres volver a vivir. Luego podrá funcionar o no, pero el corazón te lo pide.








No hay comentarios:

Publicar un comentario