lunes, 24 de noviembre de 2014

¿ALGUIEN LO DUDABA?









Messi es una fusta castigadora sin parangón razonable. Cuando el entorno le es favorable marca las diferencias en su trabajo como el que se pone a imprimir un informe en la oficina. Por eso exige a sus compañeros, y por eso todos le secundan. Leo huye de la mediocridad y de las tintas medias. No tolera a los que juegan ofuscados, ni a los que no entienden a quien le deben la gloria. Por todo eso le hemos visto caminar por el verde como si no fuera con él. Una escena que jamás le vimos a nadie. Si sucediese, el peso que arrastra un deporte tan monopolista se cerniría sobre él. Pero Messi es de otro engrudo. Acumula asistencias y goles, momentos y recuerdos de chamán para este Barcelona dependiente de sus capacidades. Normal si a un sistema tan especial le falta su razón de ser, el hombre que cambia su efeméride. Cuando todas las circunstancias se dan siempre lo vuelve a hacer. 


Emery cayó en el trampantojo que le preparó luis Enrique poniendo a Messi de extremo, para cuando el Sevilla se lo había zampado el argentino ya había alternado la perrogativa con Suarez en el centro. Lo volvió a hacer. Empató el Sevilla pero Leo proyectó el retorno. Suárez y Neymar no bajaban y eso le ayudó para encontrar campo. El Barça fue de contraataque y con este guión la calle central tenía que ser para el argentino. Y viceversa; Messi es más de contraataque  y el Barça le concedió el espacio central para explotarlo. Correr la contra. Balón al contrario y espacio para que el 10 la liase. Cincuenta metros por delante para hacer el segundo que mató el partido -Zarra ya quedaba rezagado- tras pared con Neymar y punto final con un tercero marca de la casa.





Habiendo tratado el vértice del encuentro, vayamos a lo demás...




El encuentro se subdividió en dos etapas: la seria que duró una hora, que se caracterizó por el fútbol del vértice, y por el carente desarrollo de las transiciones sevillanas. Y luego estuvo la divertida que tanto nos gusta a los aficionados, que duró media y sirvió para que Neymar volviera a pasárselo bien jugando en el Camp Nou -y viceversa- después de un tiempo, el que ha estado Suarez. El uruguayo al estar en constante intercambio de posiciones con Leo acapara más incidencias al ocupar el centro. Se ha sabido, además, adaptar al un nuevo rol para él; el de asistente y jugador que juega para, y no al que estaba acostumbrado; el jugador para el que juegan todos. La diferencia es sustancial y eso habla de un jugador mucho más completo y versátil de lo que suele ser ese perfil de jugador, por lo que podemos pensar que alcanzará un nivel óptimo en menos tiempo del que se presuponía, sin ser, eso si, el que vimos en Liverpool. Pero para eso todo el entramado del equipo habría de cambiar a uno que se debiera a él, y eso mientras esté Messi tendrá connotaciones novelescas.


El caso es que el Barça volvió a recuperar esas viejas sensaciones. Una de las claves también fue el cambio del interior izquierdo al derecho de Xavi. Osea; Xavi volvió a su perfil natural. Hasta ayer, cuando había coincidido con Rakitic se había reclinado sobre la izquierda, donde su influencia menguaba. Con Xavi en su sitio el Barça ganó materia y orden. No es que fuese el de sus mejores días por ese simple -pero importante- hecho, pero su circulación no tenía nada que ver con el desconcierto de Almería y Amsterdam. 


Otra de las claves fue Aleix y Vitolo, que abandonaron a Banega y Krychowiak contra Messi, lo que permitió al argentino finalizar como y donde quiso. En defensa Unai propuso un 4-4-2  válido sobre el papel, a semejanza del que suele plantear Ancelotti, con una línea muy estructurada y sistematizada por delante de la defensa, pero en el que los extremos no tenían clara su función. Tan recostados en las bandas ignoraron el centro, y  Banega y Krychowiak se quedaron muy solos. El polaco hizo lo que pudo, que no fue poco, para detener a Messi, pero eso es tarea imposible para alguien muy solo. Eso es achacable a Unai, que volvió a dejar rastros de nulidad ante los grandes. Pero hubiese dado igual que hubiera planteado el mejor partido porque Messi estuvo de vuelta. Y con él el jolgorio y la entrega en la grada. ¿Alguien lo dudaba?




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