viernes, 17 de octubre de 2014

UN PERFECTO EMBUSTERO




Mientras intento recordar un episodio, busco el compartimento. ¡Sorpresa! Resulta que no era como creí. No lo recordaba tan desavenido. Ese inequívoco chivato que que es el baúl de las reminiscencias, como la vieja caja de galletas, me había tenido engatusado todo el tiempo. Aún que ya no me sorprende tanto. El cerebro es un órgano imperfecto y limitado de memoria selectiva. Uno se acostumbra a la imperfección. Suerte que el homínido es animal de costumbres. Como el australopitecos.

Datos erróneos.  Pasados mejores de lo que realmente fueron. Amores idílicos que fueron desamores. Recuerdos edulcorados de días intranscendentes. Remembranza sólo de las cosas positivas, censor de lo negativo. Todo un ramillete de alusiones endulzadas. Y después, el olvido...Ya lo dijo Gabo: "La vida no es lo que uno vivió, sino lo que uno recuerda". Quizá sea un mecanismo erróneo hecho adrede para avanzar sin el peso de los borrones. Digno promotor de lo bueno y de lo malo, como todas esas cosas que nos atraen y no sabemos muy bien cómo...

Vivimos para desaprender. Aprender en balde. La urgencia de todo nos induce. Nos inculcan todo tipo de conocimientos desde temprana edad a la misma velocidad que lo desaprendemos. Basta memorizar algo,  -con su esfuerzo correspondiente-  para olvidarlo con facilidad pasmosa. Siempre he pensado en que hay que seleccionar bien los nuevos conocimientos,  porque me da la sensación de que cada vez que aprendo algo, a la vez algo valioso se pierde en mi desastrosa mollera, como un bebé de cerebro aún inconexo.  Sin la memoria de trabajo nuestra existencia sería una secuencia incoherente de momentos instantáneos.  Lo llamamos conciencia, pero es entrenamiento de retención.


 Dependemos de sus mecanismos de memoria para operar satisfactoriamente en nuestro día a día y somos conscientes de la utilidad de nuestra memoria para recordar, buscando en ese espacio de los datos aprendidos o los trances episódicos vividos. Se trata de la memoria de trabajo, que mantiene información por períodos de sólo unos pocos segundos. Esta memoria nos permite relacionar causas con efectos y, en el lenguaje, cohesionar sonidos secuenciales en conceptos unitarios. Pura mecánica sin cableados. De la humana.  Solo unos pocos segundos antes de archivarlo en nuestra memoria a veces no es suficiente, y falla. Nuestra mente sale perjudicada en la mayoría de los casos. ¿Entonces? ¿Porqué no reconocemos de forma inmediata la necesidad de un sistema de memoria de retención fundamental? 

Está la creencia general de que el cerebro es un órgano perfecto y sofisticado, pero nada más lejos, es un imperfecto mecánico ingenio aún en pañales evolucionativos, un perfecto embustero.




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