domingo, 14 de septiembre de 2014

PULSO DE ORFEBRE Y PILLERÍA DE BARRIO.











El Real Madrid absorbe tanto, es tan protagonista, que incluso el día que logró hacer lo que ningún otro ha logrado en dos años, (desarbolar el entramado rojiblanco) salió cabizbajo y con su masa social sobreagitada en el sentido negativo. El Atlético, que exprime sus recursos al máximo, le bastó con muy poco; aguantar el arreón y esperar a su momento, que llegó con el bajón del rival después de la portentosa exhibición entre el minuto 15 y 45. Simeone volvió a leer el partido de fabula. Aprovechó la falta de de piernas que preveía iba a padecer el Madrid en la segunda mitad, para sumar velocidad y pausa a conveniencia en los momentos justos de flaqueza rival. La velocidad la puso Griezmann y la pausa y el distintivo de calidad Arda. No es que el resto de la plantilla carezca de la misma, pero sí es cierto que tiene interiorizado lo de que necesita trabajar más para igualar la diferencia técnica. Pero el turco es otra historia, técnicamente es tan bueno... que lo sabe y actúa en consecuencia. Simplemente se dedica a brillar en un equipo que prácticamente solo trabaja. Y anoche brilló. El Cholo, que vio que era su momento, se atrevió hasta a poner a Koke de mediocentro, algo que casi siempre  le cuesta solidez pero que anoche era un riesgo asumible por las carencias blancas por aquel momento. Ya se sabe. Lo difícil era hacerlo a juicio apriorístico y anticipar los tiempos con su pulso de orfebre y su pillería de barrio.



Quizá el Cholo salió victorioso, entre otras cosas, por su optimización de recursos inagotable y su condición de zorro viejo. Y eso que es nuevo relativamente si lo comparamos con Ancelotti. Pero el italiano, al margen del resultado, si somos justos, dio una bofetada al carácter vanidoso que cada vez le cuesta más esconder a Simeone mientras las piernas les respondieron, con una media hora de un fútbol ágil, inteligente y desbordante. Con Cristiano en plan comodín atacando por todos los frentes, creando superioridad y haciendo olvidar por un rato su tendinitis. Un fútbol fantástico que dibujó Ancelotti en su cruzada por exponer al Bernabeu un fútbol espectacular, juntando a todos los jugones en el 11, que desdibujó por primera vez en dos años a este Atlético. Fue noticia ver un Atlético que no era un bloque y que no supo como defender la velocidad y la movilidad de su adversario y su fútbol sublime. Tan sublime que acabó menguando hasta desfallecer a merced de la constancia Atlética. Ancelotti esta logrando su principal cometido; mejorar el juego acumulando jugones para asegurarlo, pero la propuesta a estas alturas tiene una tara que surge cada segunda parte que ha disputado esta temporada cuando desfallece el juego. Se habla mucho del equilibrio pero sería más apropiado, viendo la evolución, hablar de constancia y continuidad. Y siguiendo los acontecimientos, la tecla comenzará funcionar a semejanza de su progenitor; a ritmo parsimonioso.


Pero la diferencia estuvo a los 10 minutos con el gol de Tiago. Aún que en realidad la diferencia que desniveló el encuentro radicó entre Moyá y Casillas, y más tarde el Cholo con Arda en su pizarra. Mientras el portero mallorquín daba temple y seguridad sacando todas las ocasiones que se le vinieron, que no fueron fáciles, Casillas volvió a encajar un gol de pelota parada. Que si bien los responsables fueron varios de sus compañeros que no atinaron a despejar un balón relativamente fácil, sí que estos, defendieron condicionados por dos factores, uno; la inseguridad del capitán, y dos; el miedo de Carlo a la hora de preparar estas estrategias acumulando tanta gente en el primer palo para disimular las vergüenzas blancas. El problema fue demasiada acumulación para paliar la endémica carencia defensiva en esas jugadas con Iker, es decir, el remedio fue peor que la enfermedad porque entonces Casillas si que no tenía opción de maniobrar. Al final nadie sabe quien es el encargado de atajar si en dos metros cuadrados hay hasta 5 personas implicadas, creando una situación demasiado caótica para la principal virtud del Atleti.


Y el segundo desnivel vino a cargo de Arda, que acabó de apuntillar a los merengues con un gol que se podía oler al ver, de nuevo, ese pequeño caos que resulta ser el Real Madrid de este comienzo... Si Kroos y Modric terminan acumulando errores y tienden a descolgarse encima cuando hay que remontar,  es imposible para cualquier doble pivote sujetar un partido en esas vicisitudes. Hay una falta de consenso claro... Luka y Kroos no entienden por qué los de detrás actúan así de tensos para el achique. Y los de atrás no conciben la medular descolgada. Y acaba generándose tal espacio entre líneas que el bloque directamente son dos. Y el Madrid necesita en contextos similares al de ayer, marcador en contra y tiempo apremiando, ser solvente para hacer lo que tantas veces le ha salvado y tan bien se le da; las remontadas sobre la hora. Pero hasta que no se ajuste todo eso sonará a ficción. 










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