viernes, 12 de septiembre de 2014

LA CHÍCHARO-MANÍA







Ya había comenzado la Liga y Carlo daba por cerrada una plantilla que resultaba bien cubierta a priori en la parte de delante (Cristiano, Bale, Bencemá), más Jese, Isco y James como sustitutos pudiendo hacer perfectamente sus veces. Pero no se contaba con un contratiempo que puede cambiar los acontecimientos. Cristiano sigue teniendo malos síntomas en una lesión que le castiga con molestias desde enero. Su cuerpo parece haber dicho basta a sus 29 años después de sufrir su obstinación durante años en la pugna que le lleva a batir récords constantemente y llevar a su cuerpo más allá siempre retando a la física. El jugador está siendo sometido a largas sesiones de fisioterapia desde enero y verlo parar a sido la constante desde entonces. Luego vino el tiempo veraniego de descanso para curar su tendinitis rotuliana, una lesión puñetera que a veces no cesa. Había días en que ni se entrenaba y se le veía cojear. Los médicos, entonces, allá para cuando se jugaron las dos primeras jornadas, advirtieron al técnico de su dificultad para un pronostico exacto, de que el problema reviste más gravedad de la esperada. A falta de su prueba definitiva frente al Atlético y su incierta recuperación, Ancelotti decidió retomar una petición que surgió tras la salida de Morata; la llegada de un perfil inexistente: el delantero puro. El equipo sin su apabullante condición goleadora se queda desnivelado con su cojera y precisa de un referente en la delantera: el "Chicharito".



Su juego referencial entre líneas y su insistencia hacia el gol va a ser necesario en un equipo que cuando le cierran espacios se amansa. Tiene piezas propicias desde el banquillo para soluciones entre lineas y juego posicional como Isco y Marcelo, que le han dado resultados en momentos importantes de atasco, pero les faltaba un referente arriba que apuntille en esas situaciones. Que se pelee en el frente, que busque constantemente moverse en los límites de la defensa contraria y que sepa encontrar los preciados espacios ocultos del área donde no los hay. Que encuentre el camino más rápido a gol cuando surjan las urgencias con su capacidad rematadora, tanto de cabeza como con cualquier parte del cuerpo, su notable golpeo de balón y su capacidad oportunista fuera de serie.

Para todo eso el mejicano es único. Su fútbol enérgico y entregado jamás varía un ápice. Desde las categorías inferiores de Chivas a Old Trafford. Para entonces su papel era similar al de hoy; aprovechar su carácter lucido y vívido para en los últimos compases culminar el trabajo de todos. Así se hizo especialista. Así entiende él el fútbol. Es como si se sintiera en deuda por el regalo que es dedicarse a lo que uno ama, y lucha para compensarlo, recompensar el trabajo del equipo. Para Javier no existen los egos, solo vive dando gracias. Y está tan preparado y habituado, que, a día de hoy es un autentico especialista en el volteo de los partidos y por consiguiente de la grada. Un especialista del gol, la máxima expresión de este deporte, lo más difícil y codiciado. El que está reservado a los elegidos como el "Chicharito". Un revulsivo que casará de inmediato con la afición, un estadio que enloquece al ver como propias esas características: el no ceder ante la adversidad, el no dar ni un balón por perdido, luchar hasta el final...


Cuando el marcador se acerque luctuoso al ocaso y la guadaña asome entre las sombras, aparecerá entre ellas una figura salvadora a la que confiar la dicha que tantas veces ha resurgido en Chamartín. Esa dicha que tanto gusta, esa que más nos acerca en nuestras vidas a la heroica. Javier Hernández ha llegado al sitio que el destino le tenía guardada su aparición, inesperada y discreta, para desatar la "Chícharo-manía" tan pronto como haga lo que para él es habitual, y para la grada, épica.





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