martes, 20 de mayo de 2014

IVAN RAKITIK







Desde que tengo uso de razón me ha llamado la atención por encima de toda posición la del mediapunta. De la Peña, Valerón, Guti, Iniesta, Silva... El último pase, la magia. El jugador diferente. El que en un momento oportuno puede hacer timonar un partido a su antojo, el que tiene un don especial para dar el pase milimétrico en el momento preciso, con la potencia adecuada, para plantar a su delantero delante del portero como el que da un pase de descongestión. Como si la divina providencia le hubiese otorgado ese don. Son muy escasos esos jugadores. En la última temporada ha habido uno que a destacado por encima de todos. Un Rubio con maneras de superclase y acento entre suizo-croata que se pierde con el andaluz. Su temporada no ha pasado desapercibida para los grandes de Europa, ni para Ancelotti, que ya lo ha pedido si es que el otro Croata (Modric) al final se va a la Premier por su inadaptación a España. Parece que el futuro pasa por estos dos Croatas de pelo rubio y semblante despistado, que esconden la llave del juego bajo sus pies.



Si aseguramos que Rakitic es mediapunta puro, (aún hay dudas) es porque esa posición siempre ha estado relacionada con la creación y el último pase. Por ejemplo, Andrés Iniesta o David Silva son mediapuntas natos... "enganches", y aún que las zonas que ocupan sí pueden ser similares a las del Croata, sus comportamientos son muy distintos. Silva e Iniesta tienen necesidad de tener el contacto con el balón constantemente y por ello bajan con asidiudad los metros que haga falta para conseguirlo. Viven del control total. Cuanto más entran en contacto con él, más se van soltando y en consecuencia inspirando. Rakitik no. No necesita entrar tanto en juego ni ser tan protagonista para decidir. El que más se pudiera asemejar, con sus diferencias, sería Ozil. Otro jugador singular. El Croata es un fenómeno del fútbol vertical, un maestro de lo que sucede a máxima velocidad en los últimos 40 metros. Un astro de fogonazos. En eso es simplemente portentoso. 


Su virtud principal radica en la facilidad para posicionarse en el sector del campo donde surgen esas acciones de robo-salida. Sabe siempre donde colocarse a la espera de esa jugada, como si oliese el espacio, como un depredador huele la sangre. Se mueve de fabula sin balón. Eso sí, entra y sale del juego con más intermitencia, pero cuando entra posee el don de la ejecución. En estático o en parado, a la hora de lanzar al equipo es un prodigio. Lo hace todo bien. Su depurada técnica le permite salvar la primera presión para luego utilizar los toques justos y exactos de conducción, y levantar la cabeza y hacer lo que le ha distinguido por encima de todos esta temporada en la liga; el pase largo. Porque el pase largo de Iván es un espectáculo. Todo lo que viene antes de todo eso, ni lo domina, ni le gusta. 



Lo que a llamado la atención de Carlo es el salto que ha dado en el Sevilla desde que con Unai es un equipo más contragolpeador. Desde entonces Rakitik es otro. Los de Emeri plantean la mayoría de los partidos con un: 4-4-2 con premisas similares a las del Madrid; repliegue más bien bajo, tendencia a recuperar balones atrás y desde ahí potenciar el arma más mortífera de Iván: el lanzamiento, su habilidad para recibir y ver con rapidez el camino más rápido a gol. Eso en Madrid, con los animales de espacios, con velocistas natos... se pondrían las botas. Sus maneras casarian mucho mejor que las de su compatriota. Aun que con los dos en un mismo equipo te asegurarías tener el control en momentos de necesidad de sosiego con la pausa, el giro sobre sí mismo y el regate de Luka, y la fina ejecución, el vértigo y el pase de 30-40 metros que tantas veces hemos visto en Sevilla de Rakitik. El que tanto gusta en el Bernabeu. Ancelotti trata de convencerlos. Son los dos nuevos cerebros del fútbol.






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