lunes, 12 de mayo de 2014

DIECISIETE DE MAYO; CAMP NOU, 18H






Con el transistor y los tres implicados jugándose nueve meses en 90 minutos. La tarde perfecta para cultivar el estrabismo y la matemática. Así se presentó la tarde aciaga de la liga de las estrellas. Para, al final, como parece, como ineludiblemente plantea la propia, decidirse en la última jornada, en el último segundo de los últimos minutos de un Camp Nou escéptico. Como predestinada. La liga se las trae. Al final ya no sabes si los tres la merecen o ninguno de ellos es digno de conseguirla. Quizá por regularidad, revalorización de una plantilla y empuje, la merezcan los colchoneros. Pero en este mayo está acusando cierta ansiedad que se ve reflejada cuando alguno de sus jugadores encara al gol, y éste, se escapa con la flexibilidad y la audacia de un escapista. Si no es el portero rival es el infortunio que va adquiriendo el jugador, que, mermado por las urgencias cae en un estado de ansiedad -la peor enemiga- que tanto acusa el acierto. Así a los tres se les viene deslizando la liga más emocionante y exigente de la historia.

Permeable durante todo el encuentro a todo tipo de estados anímicos, el Atlético pasó por todos los posibles menos el de momentáneo campeón; el único estado que necesitaba sentir durante un instante para hacer lo que mejor se le ha dado en este tramo final: tener la calma y aguantar un resultado. El Málaga lo supo aprovechar bien para realizar un encuentro lógico y competitivo. Supo manejar mejor los tiempos y conseguir su cometido: que no pasara mucho en las áreas, y que cuando pasara, Willy hiciera de las suyas. Y así fue.

Mientras en Vigo se celebraba el 90 aniversario y Luis Enrrique hacía oposiciones. El Celta tenía sus motivos más las razones de su entrenador. El Madrid, entretanto, ni celebraba nada, ni encontraba ningún estímulo en el recóndito porcentaje que aún tuviera. Jamás sintió el partido como una oportunidad. Más bien como un trámite. Engorroso a ratos. Con la cabeza en Lisboa, -incluso yo diría el cuerpo- pronto entendimos que el propio Madrid  descartaba desde el planteamiento y la alineación la caprichosa liga formando de inicio, a modo de probatura de cara a la final, a Khedira y Arbeloa, que no jugaban desde hace meses, y Casemiro, que estrenaba titularidad en el campeonato. Sin los tres delanteros que hacen bueno el apelativo de matón. El Madrid confirmo sus preferencias.

Los de Martino, mientras tanto, presentaron en Elche su partido esperado, con voluntad y no tanto fútbol. Los de Fran Escribá aplicaron el plan que ya toda la Liga conoce. El Barcelona empujó con todo lo que tiene, que ya no es tanto. Y eso que, dentro de lo que cabe, comenzó atacando con cierto orden y dinamismo en el 4-5-1. Pero poco a poco se fue abandonando y volviendo a ser el equipo plano, sin profundidad y sin alma. Solo Iniesta parece salvar esa condición. El equipo refrendó que eso de desenganchase y volverse a enganchar a la liga no es tarea fácil.  Como abandonando a su suerte la liga a sabiendas que un gol del Atlético sentenciaba, el Tata lo intentó sacando a Xavi a ver si sonaba la flauta con uno de sus pases, pero la situación era demasiado emocional para el Barça actual.


Ésta liga guarda cierta sorna, como reservando un final que ya tiene preparado hace tiempo: diecisiete de mayo, Camp Nou, 18 h. El desenlace ya tiene fecha y hora y se decidirá de la manera más justa posible; en enfrentamiento directo, cara a cara. Tras empatar entre ellos en 4 ocasiones este año, ambos perdiendo los puntos más cruciales en las últimas jornadas...por fin se sabrá el ansiado final. Con las reservas agotadas. Con final al más puro estilo cinematográfico. Aunque algo me hace pensar que esta liga está predestinada, que tiene guardado el desenlace final como un destino forzoso y más justo.









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