jueves, 10 de abril de 2014

SU PASIÓN Y SU INQUEBRANTABLE FE.






Estos partidos, los de vida o muerte, los históricos que guardaremos en la retina para siempre, los gana el que más muestra su fe inquebrantable, el que disfruta de una versatilidad emocional infinita, el que cree desde el primer minuto en su cometido. No cuenta tanto el nivel o los efectivos como se pueda pensar. El Atlético dio cátedra de eso anoche. Es el coraje, el puro corazón. "Una vez más, como en las batallas y guerras de la historia, no gana el mejor sino el que estratégicamente está más convencido de lo que tenía que hacer", aseguró sobrepasado por la emoción del momento Diego Pablo Simeone en la conferencia de prensa. El Cholo representa a los obreros frente al poder establecido. Representa el sacrificio, el trabajo, la fe en lo que se hace, la solidaridad más inquebrantable de un grupo aguerrido, intenso y generoso en el esfuerzo. El fútbol no solo es técnica y artesanía, el fútbol es brega, entusiasmo, contacto, lucha, brío, pasión... es un estado emocional. El fútbol también es empuje, el empuje de una afición que ayer hacía vibrar los cimientos del Calderón literalmente. Como vibraban los corazones rojiblancos ávidos de éxitos, energía trásfuga que alimentaba las piernas encarnadas sobre el verde. Anoche todo era cadencia, todo era ilusión.



Semejante comienzo no se suele ver en la máxima competición europea, y mucho menos a un rival que sigue siendo el máximo exponente de los últimos 10 años. Todo se fundamentó en dos factores tácticos; la presión encarnizada sobre la salida culé, empezando por Pinto, y el juego directo con prolongaciones por arriba local: desplazando a Raúl García al extremo derecho, "El Cholo" consiguió que el balón largo fuese hacia él, que era defendido por Alba, que posee virtudes pero no la de defender balones altos. Dicha estratagema propició que el salto vertical no anulase uno de los desmarques. Luego en superioridad, y luciendo pocos toques se presentaban frente a Pinto con facilidad pasmosa. El técnico rojiblanco es tacticamente impoluto, y, ayer, en su máxima expresión, no dejó ni un detalle al azar. Normalmente el Barça sufre mucho contra parejas de delanteros de movimientos cruzados porque sus centrales solo saben defender situaciones simples que no requieran pensamiento, y contra pronóstico, Simeone apostó por dos puntas puros pese a que el mejor era baja; Adrian y Villa. Raúl García brincando contra Alba, y Adrián y Villa jugando contra Bartra y El Jefecito habían logrado, en 15 minutos, una producción ofensiva mortal que dejo en evidencia al Barcelona en el mejor rato de fútbol que ha dado el Calderón en toda su historia, y eso que este año ha dado muchas tardes de buen fútbol. 


Pasados los primeros 20 minutos, el partido se normalizó y llegamos a la fase más esperada; el repliegue local contra el ataque estático visitante. En la mayor parte del tiempo, éste se dio con Leo Messi de supuesto ala derecha y con Cesc de referencia en el centro, algo que comprimió la zona activa del FC Barcelona porque el "10" no se movió lo suficiente. La idea era positiva, Leo podía encontrar en un espacio lateral el respiro que le permitiese perfilarse hacia Courtois, salir de la jaula Atlética que hay por el centro. Pero tomó una posición de partida tan cerrada que a efectos prácticos se pisaba con Fábregas y provocaba un atasco en el medio, justo lo que quería evitar el Tata con la premisa. También el espectáculo ofensivo que había proyectado el Atlético de Madrid, junto con un escenario infernal, había dejado tiritando a su oponente que forzó determinados ajustes conservadores en su ataque posicional que le volvieron más inocente de lo debido.


En el segundo tiempo el Barcelona rompió el escaso equilibrio de su sistema al pisar el acelerador e intentó marcar por acoso. Sus laterales pasaron a jugar desde la irresponsabilidad, concediendo unas autopistas que a la postre le costaron el dominio. A la postre, pues justo en la reanudación sí tuvo buen efecto para el Barça; el Atlético se animaba a salir más de la cuenta y en aventuras más solitarias y rápidas de lo recomendable y el encuentro perdió estabilidad. Se abrió más, todo iba más rápido.El Atlético se permitió el lujo de alimentar un contragolpe dañino durante casi todas las fases del encuentro. El truco fue un nivel técnico y una confianza en su juego con balón que no había mostrado en sus duelos anteriores contra el Barcelona. Luego,  la dulzura de los controles y los pases del Atleti, lanzados casi en su totalidad por un Tiago mágico en el engaño, y preciso en el toque, habilitaban una salida en bloque que derivaba en ofensivas con muchos hombres pese a que todos estaban por detrás del balón mientras lo movía su contrario, que hacían al Atletico avanzar como una ola. Increíblemente, el equipo de Simeone no solo era el obrero; pasó a ser también era el artista como contagiado por el rival. Fue el más fluido, y eso atañe a todo; tocaba el balón con más imaginación, más equilibrio y más precisión. El equipo ha llegado a un nivel impresionante; a nivel defensivo capaz de crear ataques a partir de su posición,y a nivel ofensivo crea como un volatinero. El equilibrio perfecto, ese que buscan tantos. El Atlético a las chitas callando ya es el más firme candidato a la Champions y la Liga. Los argumentos: su pasión y su inquebrantable fe.








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