miércoles, 23 de abril de 2014

EL REACCIONARIO.








    ¿Porque abrirse obligatoriamente para satisfacer a los espectadores, aún a riesgo de entregar tu campo al rival que mejor ataca los espacios en un partido en el que te juegas todas las aspiraciones? Esto debió pensar ayer Mourinho (el hombre contracorriente) para desesperación de muchos. Siempre se ha sentido bien distinguido, alejado de la corriente establecida donde discurren todos. Alejado de la común y vulgar trivialidad de las masas. Porque seguramente la inmensa mayoría piensa que lo de ayer no contribuye de manera alguna al espectáculo ni a la diversión de un entretenimiento. Seguramente tendrán razón. Una cosa no quita la otra, no hay porqué posicionarse de manera categórica y partidista en un bando e ir a destajo en el vasallage como si todo fuese una constante cruzada. Todo se puede ver de forma relativa, todo depende del prisma con el que se mire y las circunstancias con las que lidies. Los que están en el ajo quieren y deben mirar sus propios intereses y alcanzar los objetivos,  y cada uno utiliza sus armas como buenamente puede o quiere. Todo es respetable. 



Seguramente nadie repara en los algunos detalles que ayer fueron claves; como por ejemplo de como entendió José que la clave era desnudar  la carencia principal del rival: la poca capacidad para dar velocidad al juego en situaciones estáticas. El Chelsea optó por defenderse con todo y muy atrás, cerrando el área pero también llegando a los costados, con el peaje de no poder atacar. Son tres aspectos que, salvo superequipazo, necesitan de elección y descarte. No dieron espacios entre líneas que giraran a los centrocampistas y llegaban a los costados si el Atlético atacaba por fuera. Las bandas acabaron siendo más desatendidas con el paso de los minutos, pero el Chelsea desde una posición defensiva neutralizó las debilidades del contrario de manera muy inteligente. Además, si la ida hubiese sido en Londres, hubiéramos visto algo similar pero con los papeles cambiados, pues los dos equipos tienen propuestas similares, estilos parecidos, sistemas colindantes.  Siempre he visto en Mourinho una referencia de lo que es "el Cholo". De hecho, él mismo se ha reconocido seguidor y admirador del portugués. Lo que, ayer, el peso del partido lo llevó el Atlético desde el principio por el empuje de su afición. Algo en lo que se verá inducido, quiera o no quiera, el Chelsea en Stanford Bridge.



Es el choque de los dos equipos que desesperan al rival, que no dejan jugar, que, desde la intensidad, la maximización del robo, la defensa aguerrida y el estilo pragmático irritan al contrincante hasta minar su moral, para luego asestar la puntilla en una de sus contras. Eso son los dos. Y eso tenía muy claro Mourinho cuando preparó la semifinal; si hay un equipo pionero en las artes de la exasperación del rival, de la especulación, la inducción de los partidos a a lo físico y táctico, ese soy yo, debió pensar el portugués celoso de sus métodos. Ya vino condicionado por la minuciosidad de sus maneras reaccionarias y agitadoras. Mourinho es el reaccionario del siglo XXI, como lo fue Pierre Victurnien en la revolución francesa, aunque le cueste la guillotina. De momento se va con el objetivo que tenía marcado; una eliminatoria a un solo partido y en Stanford Bridge. Pero que nadie espere muchos acontecimientos y espectáculo en la vuelta, ninguno quiere prisas o regalos. Ahora le toca a Simeone priorizar intereses. Esto es más que mero espectáculo y va para largo.













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