sábado, 22 de marzo de 2014

LA NOCHE FATIDICA




La noche, helada por un contundente resultado en la ida más propio de tenis, terminó congelándose cuando la rodilla de Jesé se estremeció. De la manera más brusca, pues la entrada es fea, a destiempo, y cargada de impotencia por el que la ejecuta. El gesto a posteriori de ira y exasperación lo secundan; ni ápice de disculpas o arrepentimiento. Su gesto no se torció para preocuparse lo más mínimo como si su orgullo se lo impidiera. Quizá su inteligencia no alcanzó a vislumbrar todo el alcance de su calamitoso acto y sus estragos. Pero eso no le servirá de excusa porque el escenario se alarmó contagiándose del horror, y se púdo palpar. Desde Ancelotti hasta el publico, se contagió de escalofríos al ver los gestos desgarradores del canario. Su baja es un golpe tremendo a la moral  y a la calidad de la plantilla. Sin ir más lejos, representaba la mayor amenaza goleadora saliendo desde el banquillo. Pero sobretodo representaba la ilusión y la proyección de este grupo. Se había convertido en el ojillo derecho de su afición y su entrenador. Venía a ser una especie de nuevo bastión en el que se apoyaba la afición, para, desde la identidad, mirar al futuro con orgullo y esperanza . Híbrido del ataque blanco a medio camino entre la agresividad y la velocidad del juego de Bale o Cristiano Ronaldo, y la exquisitez y el buen manejo del espacio corto de Benzema, que articulaba el juego del equipo por ensamblabar a unos con otros. Su protagonismo en el tramo final se vislumbraba importantisimo. No hay duda de que  su ausencia hace dar un paso atrás de gigante al equipo después de haber avanzado sobremanera con los precoces y certeros pasos del "canarión".



Ahora, la rotación ofensiva gira de inmediato. De entrada,  Morata ganará el protagonismo como jugador nº 12 que perdió desde el impulso de Jesé.  Sus movimientos son buenos: cae muy bien a banda, en el juego asociativo siempre busca una solución rápida y certera (se entiende bien con Cristiano y Bale), en el juego aéreo es notable. Solo tiene unos pocos peros; no es un buen definidor -eso se puede mejorar- y el carácter es demasiado impulsivo. Cae en errores fácilmente por la ansiedad de querer demostrar raudo su valía. Si Ancelotti logra darle esa templanza y confianza que necesita el madrileño, quizá veamos su proyección acrecentar, porque las condiciones y el hábitat para conseguirlo las tiene. Yo lo veo.





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