domingo, 30 de marzo de 2014

EL ISLOTE SEÑERO







En los patatales de Lagarto (Sergipe, Brasil), se forjó un jugador diferente. En esos partidos donde existe una ley no escrita del fútbol en la calle, la de lidiar desde la debilidad de un niño contra la superioridad física de los mayores: la ley del más fuerte. Una ley que cambiaría el carácter y la forma de jugar para siempre de un futbolista atípico por su fuerza y coraje: Diego Costa. En unos patatales donde para salir victorioso debía aprender las otras artes del fútbol, las de la lidia. Solo así se puede entender su naturalidad para pegar y aceptar los golpes como algo más del juego y su habilidad para salir airoso de casi todas las porfías. Así se hizo el primer delantero que atiza más que recibe. El que está más en forma de Europa, Cristiano y Messi aparte claro. Autentico referente y artífice de su equipo, que contagia por su ímpetu y su ilusión. Sus compañeros, tranquilos a sabiendas de que tienen un aliado que da siempre la cara y que se la parte por ellos, viven en la tranquilidad del que se sabe custodiado. Está en estado de gracia y gana todos los lances, carreras y disputas, porque Diego, además de muchas cosas, es eso; en los limites de todo se maneja de fabula. Jamás falla. 

Es el señero del equipo que no necesita de nadie que le ayude, a sabiendas de que sus compañeros están ocupados en su ardua tarea de mantener un bloque inquebrantable. El desamparo no le preocupa. Su solidaridad y su compromiso le hacen ser el delantero más altruista. A partir de ahí Diego dice... "vosotros a lo vuestro que cuando me enviéis algo yo ya me las apaño". Pero el hispano-brasileño ayer sobrepasó sus propios límites. Si hace tres semanas firmó su actuación más grande y meritoria, anoche selló la más impresionante para decir a todos que el Atlético, ahora si, es el más firme candidato al título. Controló los pases más ingobernables (algunos fueron directamente rebotes largos) y creó ocasiones de gol sin ayuda de nadie. Algo que hace con regularidad, pero ayer llegó a cotas antinaturales y en un escenario de los grandes. San Mamés ayer era pura esencia. Pareció demostrar al mundo para qué está hecho semejante estadio. Y Diego, coronádose en la catedral, artífice de que su equipo esté, a las chitas callando, presentando la más seria candidatura al titulo, por su solvencia, de los tres aspirantes. Y eso sabiendo de la envergadura de los otros dos monstruos es algo que tiene un valor incalculable.

Pero Diego Costa no solo es eso. En la conducción vuela, en el manejo de los espacios es un maestro. En la definición asesta sin temblarle el pulso lo más mínimo. Mentalmente siempre esta metido y comprometido, y su solidaridad con el grupo es inagotable. Es un gigante frente a defensas y es normal verlas desesperadas, al ver, impotentes, como pasa un coloso sin tener capacidad de controlarlo. "No le hemos podido parar, esa es la verdad" aseveraba "el Chingurri" tras la exibición del Hispano-brasileño en la Catedral. El Cholo, cuando su proyecto aún era un niño que daba sus primeros pasos, ya tuvo una declaración de intenciones esclarecedora de lo que querían ser: "Queremos que los rivales sufran contra nosotros , que cuando lleguemos sepan que van a sufrir". Pues para eso Diego es el bastión principal. El señero de todos y el islote en el que se refugian cuando la mar está ingobernable, el amparo en el que se resguardan. Donde se alimentan y cobran de nuevo las fuerzas necesarias para poder luego seguir luchando por algo en lo que nadie hubiese dado un duro a comienzo de temporada. 






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