domingo, 9 de febrero de 2014

EL BALÓN JUGADO







Estamos en una época donde los intentos de salir con el balón jugado tienden a fracasar. La duda asaltó a técnicos hace unas temporadas, cuando parecía que el modelo que marcaba la tendencia -sobretodo el del Barça- era el de sacar, costase lo que costase, y como única vía, el balón desde atrás. Dársela siempre a un compañero como única opción cuando se trataba de elección.  El famoso: salir jugando. El a,b,c de los eruditos del balón, vaya. Como si cualquier manera de sacar el balón en largo tuviese que ir necesariamente ligado a un estilo ramplón. De repente, como suele suceder cuando alguien tiene éxito, allá que fueron todos los influenciables a copiar el patrón. Como si lo bueno se pegara a la par de lo pernicioso. Parecía que casi todos los equipos tenían más amor a la pelota que al gol. Lo hemos visto en nuestra Liga muchas veces: la obsesión por el estilo acaba por ser más fuerte que la fijación por marcar.  Como si la excelencia y la estética fuera la única vía plausible para el buen fútbol, olvidándose del verdadero propósito de todo juego. De que solo unos elegidos pueden aunar la premisa con el éxito. Como el Barcelona de Pep, en un momento puntual y con un concepto innovador con fecha de caducidad.


Los pocos equipos que quedan intentándolo esta temporada están fracasando.  Y parecen destinados a morir con las botas puestas, porque como les dices a tus jugadores, que tu principal argumento, ese en el que tanto has insistido, ese en el cual su máxima es la valentía, está abocado al fracaso. Que los equipos hoy día estudian las maneras, por hache o por b, de montar un sistema para ahogar esa salida hasta el robo y sus consecuencias, provocando escenas de autentico festín en forma de goleadas. Lo vomos esta jornada: Paco Jémez abroncaba a un jugador que ya no sabía, viendo la emboscada continua que sufría, si hacer caso a su entrenador, o pegar un pelotazo de desahogo. Al final el jugador que no cree en eso está en constate presión. Y esos equipos al final están recibiendo muchos más goles de los que marcan. Demasiado riesgo si no tienes jugadores capacitados para mantener la posesión contra presiones organizadas en aras, única y exclusivamente, de aprovechar esta medida. 


El Osasuna de Pamplona por ejemplo, en su partido contra el Real Madrid de liga, sorprendió a propios y extraños organizando un entramado para sacar el balón, aguantarlo. Se lo escondió durante más de 40 minutos. Les sirvió entre otras, para defender el testarazo de Oriol, y para simplemente alejarlo del vistuosísmo del rival. Como sorpresa estuvo bien. Como estrategia esporárica en aras de un beneficio en un momento concreto (además tuvo éxito), porque a partir de ahí lo quiso convertir en costumbre, y, en esas claudicó. Se ha visto al paso de las jornadas. Como el Betis o Rayo, o el Celta de luis Enrique, que en sus partidos fuera de casa, donde juega más cauteloso sin la mirada de su afición, saca mucho mejores resultados. Y otros tantos que se resignan al cambio. Ahí esta la tabla. Y ahí están, en el pozo.

Si lo que quieres es llegar hasta arriba jugando, ficha a los jugadores del Barcelona. Ellos son los únicos que desde pequeños juegan a eso, no saben otra forma de jugar. Si no los tienes, mantener la pelota en tu poder constantemente es imposible. Al Madrid de Ancelotti le ha costado sus disgustos hasta que a conseguido cierto equilibrio. Imaginad a los demás. Incluso el entrenador del equipo propulsor, "el Tata", parece cincelar, como el que no quiere la cosa, hacía la practicidad. De la única manera que puedes sacar beneficio de esa premisa es hacerlo solamente por tramos del partido para de defender o mantener un resultado, dormir el juego en beneficio propio. Lo demás son quimeras.






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