lunes, 10 de febrero de 2014

CANTANDO BAJO LA LLUVIA.





Decía Unai antes del partido, (sabía que el asunto tenía su peligro) que no quería ser él quien despertara a la fiera. Él no, pero sí quizá lo hizo una corriente vertida desde los medios que venía a decir que Messi ya no tenía el mismo idilio de antes con el fútbol , algo así como que había entrado en un estado de desencanto desde su vuelta. Demasiada cábala. Las bestias nunca pierden el apetito. En su descaso solo hay que esperar el recobro de fuerzas para verlas de nuevo ávidas de carnaza. Pese a jugar lento el Barcelona en los primeros compases, costándole horrores entrar en semejantes condiciones atmosféricas, le bastó con el saber aguardar la ocasión de su bestia, y su reconciliación con las buenas sensaciones perdidas, para irse al descanso con ventaja. El pequeño zarpazo lo propició en el primer metro y medio de espacio que se le concedió a Messi, en el momento en el que el Sevilla pecó de presuntuoso al irse demasiado arriba. Subestimó al Barça. El Barcelona viene teniendo dudas en la transición. Da la sensación de que algunas lineas titubean al no saber muy bien si acoplarse a las nuevas directrices, o conservar los automatismos de antaño -Xavi, el componente más influyente del equipo, y el más celoso con el  sello del estilo, no acepta el cambio-.Pero a los rivales que les ha parecido que eso era suficiente para meterles mano fácilmente, les a caído un saco de goles. Quizá motivados por el hecho de que en lo de dominar al Barcelona no están acostumbrados. Le pasó al Getafe en el Coliseo y le pasó ayer al Sevilla. Que confiado por el primer cuarto dominante que dispusieron, (5 ocasiones a favor, 0 en contra) no cayeron en la cuenta de que arriba la pólvora culé no se moja ni en noches como la de ayer, en la que cayeron trombas de agua.



El equipo hispalense tácticamente lo hizo bien; Bacca cerraba bien la salida capada sin Busquets (algo debía de tener para no salir ayer). Song incrustado entre centrales intentaba solventar esa presión, pero no estuvo acertado. El campo encharcado tampoco ayudó. Cuando el agua es así de protagonista ya puedes ser más intenso que el rival, o perderás todas las porfías. Algo que no supo mediar el Barça anoche.


Pero la noche iba a dar un giro inesperado, al más puro estilo cinematográfico, como en la mítica escena de Gene Kelly en "Cantando Bajo la Lluvia", en la que bailaba con un paraguas bajo la tempestad. Una escena surgida desde la improvisación, no estaba en el guión original, fue agregada más tarde para darle sentido al título. Anoche tras unos meses sin aparecer, volvió Iniesta "a lo Gene" (solo que en vez de paraguas era un balón) para aparecer contra pronostico, y darle sentido al juego. Andrés decidió bajar unos metros para coger las riendas y danzar con la pelota donde nadie era capaz de hacerlo. Bajó, como bajó el agua con el drenado, para empezar su particular (y habitual cuando las cosas se ponen feas) arrío de carrozas.  Otra exhibición de maniobras exquisitas que recordaron sus mejores noches. Luego el zarpazo de Messi, que en una contra bien lanzada por Iniesta, el balón acabó por banda izquierda con Pedro doblado muy bien por Adriano, que arrastró lo suficiente para darle linea de pase al canario, viendo bien al argentino que andaba ya con la mira telescópica. No antes sin hacer la genialidad que le permitió convertir: el toquecito orientado, y bombeado para salvar el agua, para después ponerla con su zurda pegadita, lo justo y necesario, al segundo palo. Ahí el partido cambió. El Sevilla se cohibió desde entonces, con eso y con la poca permisibilidad del arbitro en el contacto tan necesario para defender el juego blaugrana.


En la segunda parte el Sevilla necesitaba el gol que se le resistió desde el principio con situaciones, que, si no frustraba Valdés, lo hacía el infortunio. Pudo hacer el 2-2, pero ayer no parecía ser el día. Fue cuando vino, para mí, el gol de la noche. Otra vez Iniesta se encontró con una autopista por el sector interior izquierdo. El Barça ya no se achica ante los espacios, y parece que los interprete desde siempre cuando es algo relativamente nuevo (espacios que están disimulando las carencias con su explotación). Buscó a Aléxis por banda derecha, pero se encontró con Messi anticipado a la linea de pase y oliendo la sangre, que no dudó en interceptarlo por fuerte que fuera el lanzamiento, y por difícil que resultara el control en carrera orientado hacia la izquierda, (para que el defensor no tuviera opciones) para redundar en la genialidad. Y definir en su segunda ocasión para hacer su segundo gol. Se acaban los adjetivos. Y se acaban con viento, tromba, y un rival dominando... Poco más que decir.


El caso es que los sevillistas se fueron con muy mal sabor de boca pensando que si ayer que se daban todas las condiciones para meterle mano al Barça, tampoco se pudo...no habrá otra ocasión. Y para Emery no es la primera vez que sucede. Ya el año pasado, incluso en años anteriores con el Valencia, mismo guión; principios prometedores que derivaron en caídas a la postre. 







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