lunes, 6 de enero de 2014

REGALO DE REYES









El derbi vasco fue un regalo de reyes, aunque algo decepcionante en aspectos del juego; como ese regalo que te hace el que mejor te conoce: lo necesitas pero no es el más deseado. Partido intenso, errático en los últimos metros y de pocas ocasiones en el que ninguno de los dos exhibió todo el potencial. También es habitual que pase en partidos donde se juegan tanto, en los que se prepara cada detalle al dedillo y donde ninguno está dispuesto a conceder nada.

En el primer tiempo Anoeta vibró al ritmo del Athletic, con su ya habitual inicio impetuoso hasta que la aguja marca la reserva, y la Real no supo evitarlo, pero terminó 1-0 porque Griezmann está en estado de gracia y Aduriz todo lo contrario. Luego los locales se protegieron en el segundo acto con intención de matar a la contra, -su arma más fructífera- y eso fue lo que hicieron. De fondo un telón azul y blanco paisajeaba el escenario convirtiendo el juego, que mutó de precipitado y tosco aunque intenso y ordenado, a un buen espectáculo digno de la noche de reyes a pesar de no ser una noche inspirada, en el que se respiraba respeto mutuo y ambiente ejemplarizante de puro fútbol; en eso el derbi vasco lo es siempre.


La presión rojiblanca desactivó a los txuri-urdin en los primeros pases, pero sin la posibilidad de robar el balón muy arriba el Athletic no sabía cómo crear una ocasión clara de gol. Ni siquiera ayudó la premisa de Arrasate con Xabi Prieto y Rubén Pardo dejando continuamente a Bergara demasiado desprotegido; la forma física de Aduriz compensaba con creces esa debilidad. Muniain y Herrera aguantaron el tipo, pero sin un "killer" que materialice su fútbol... queda todo inacabado. Aritz llegaba más tarde que Ansotegui e Iñigo a todas las batallas. El ímpetu rojiblanco fue decayendo a medida que Vela fue entrando en juego. No es que el mexicano estuviera estelar, de hecho no estuvo bien; tendió a abusar de su conducción y perdió opciones de hacer auténtico daño. Aunque mientras conducía nadie podía quitársela y eso rompió en cierto modo el ritmo del Athletic. Rico y sus amigos querían idas y venidas rápidas y con Carlos solo había idas lentas. No obstante, el golazo de Griezmann no fue producto de este argumento, sino algo más aislado; la insistencia y el estado de gracia del francés. Tras el gol... el escenario se radicalizó.



En el segundo tiempo la Real fue más voluntariamente conservadora; bajó líneas y tiró contras. Al principio sufrió un poco porque los laterales del Athletic llegaron  libres, lo cual se transformó en un saco de centros hacia Aduriz sin mayor trascendencia. Para controlarlos, Arrasate cambió a Agirretxe por Elustondo y el 4-1-4-1 mutó a 4-2-3-1 con Prieto, Pardo y Griezmann en la línea de tres. Los extremos mejoraron su compromiso, el doble pivote ofreció más coberturas que Markel solo y Valverde se sintió impotente, mientras Arrasate vencía. La firma definitiva la puso Rubén Pardo con su 2-0. El de anoche en particular no fue la actuación que viene mostrando últimamente; el chico evidenció su talón de aquiles al verse sobrepasado por la velocidad de juego, y apenas si dejó tres o cuatro toques de calidad. Eso sí,  sus destellos son de jugador grande, fueron exquisitos, y ayudaron a que la lucha por la 4º plaza del campeonato haya quedado más comprimida. Se escribirán grandes historias sobre ésta. Villareal, Sevilla, Valencia tampoco piensan otra cosa. La liga necesita de emoción, y la pugna por esa cuarta plaza constituye un aliciente necesario.











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