lunes, 23 de diciembre de 2013

EL DISPARO IMPERFECTO DEL JUGADOR INACABADO.








Dijo un gran jugador que el mejor disparo era el imperfecto. Ayer lo tuvimos en el gol de Jesé en el minuto 82 del partido, que dio la victoria y la enésima remontada tras el enésimo toque de corneta merengue. Fue tan imperfecto, el disparo raso, que hasta despistó al portero. Eso si, la potencia era la adecuada, y el momento el oportuno,  -Guaita creyó el centro por alto, y fue justo lo contrario- cuando tras una internada fulgurante del Canario por banda derecha, y su atisbo por parte del Croata, que con un cambio de sentido en las inmediaciones del área cuando él timonava hacia la izquierda, asistió con un pase desorientador y aclaratorio,  -toda la defensa basculaba a toda prisa hacia el otro costado- para dejar solo, y de paso volver a lucir su sentido de la orientación, al jugador inacabado. Jugada marca de la casa de Luka que volvió a ser decisivo; y el mejor.

El partido tuvo un buen comienzo para acabar "in decrescendo". Como enlazando el mismo bajón de intensidad del que adoleció el Real Madrid en el Sádar, su anterior jornada. El sistema se asemejó más al 4-4-2 con Isco desde izquierda y Ronaldo de casi punta,  disimulando así que desde el parón de dos semanas le está volviendo a costar coger el ritmo, algo normal por otra parte sabiendo cual era. Ronaldo absorbió demasiado juego como “9″ de espaldas a portería y no respondió lo esperado; el portugués no es ni una centésima parte de todo su potencial sin sorprender desde atrás por su banda. El pase frontal daba cierta ventaja a los centrales y él no tenía la chispa para imponerse. Isco y Di María tampoco permitían a Modric y Alonso dar un pase seguro hacia adelante. Isco sabía que se lo estaban pidiendo e intentó ofrecerlo en el primer tiempo, pero no encontró un espacio. Y Di María, que era importante abierto para crear la línea de pase fácil, nunca estaba en la banda. O sea, que no había referencias en los costados ni por dentro, no había quien recibiese la pelota y la protegiera. Así que... Modric y Alonso nunca podían adelantar su posición y juntar al equipo. Nadie les daba tiempo, y quedaban demasiado lejos los unos de los otros cuatro cuando el Valencia recuperaba y tiraba la contra.

Falta de movilidad y de ideas, venidas del desfallecimiento reincidente, recordando a los primeros partidos; el equipo se partió en la segunda mitad. Los delanteros tampoco bajaban para juntar y ese trecho fue demasiado para un equipo consistente que pelee por la liga. Como si les cegara el ansia de triunfo cayendo en la urgéncia y precipitación, olvidándose por enésima vez del conjunto , que si no es por el acierto y el buen partido de los 6 jugadores dedicados a las tareas defensivas, estaríamos hablando de otro descalabro, y este, el más notorio y sensible por la pérdida de la cabeza antes del parón navideño.

El Valencia pese a mostrar una mejora sobretodo en actitud, no supo aprovechar todo eso. Solo Bernat fue una amenaza real aprovechando esa ruptura merengue en la medular. Lo que sí hizo bien el Valencia fue detener la sangría de pérdidas de la primera parte. Durante la primera habían perdido muchos balones en la salida entre Oriol Romeu y Víctor Ruíz, que el Real no desapovecha nunca. Apenas controlando eso, los locales se metieron de lleno en el partido en la segunda. A nadie le hubiera extrañado verlos sacar un punto. Pero Ancelotti actuó: metió a Carvajal por Isco; pasando a 4-2-4 puro, con Di María en izquierda y Jesé contra Bernat; movimiento que mató dos pájaros de un tiro: por un lado corto las alas de bernat, y por otro, le dio alas a los suyos con Jesé haciendo destrozos por la derecha.´Los Ches´ quisieron reaccionar doblando esa banda con Guardado, pero el canario se impuso de igual modo, pues no solo creó ocasiones donde antes no las había; resolvió con su gol. Su enérgica condición y su atrevimiento y empuje fue determinante. Le salió bien al italiano el giro argumental, porque creó justo lo que quería. Su signo fue aún mayor, porque consiguió activar ofensivamente a Luka Modric, justo lo que necesitaba para desnivelar. El croata no había tenido la opción de marcar la diferencia, nadie le pudo dar nada de nada, pero Jesé si supo;  le esperó abierto en banda, pausó la pelota arriba, aguardando a que Xabi y Luka ganasen 20 los metros que demandaban hacía rato, y, entonces, todo tuvo el sentido y la astucia que requería el partido. Y con Modric más cerca del tomate, el Valencia tuvo problemas. La jugada del desenlace ya está contada. Un guión que ya nos sabemos de memoria cuando se trata del Real Madrid.




Rubén Martínez.

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