domingo, 20 de octubre de 2013

COSAS DE CRACKS






Minuto 89 en el Bernabeu:  Bale en una arrancada en el área de las suyas se tropieza y el árbitro incomprensiblemente pita penalti a Weligton que no sale de su asombro. No lo protesta fervientemente porque el partido está prácticamente finiquitado, o porque ya sirve de poco. Es la historia frustrante de siempre para el equipo pequeño. Cristiano Ronaldo marcó la pena máxima para acabar el partido pidiendo perdón a su afición en la celebración del 2-0, tras jugar, posiblemente, su mejor partido de la temporada. Quizá por haber marcado solo a través de un penalti injusto e inexistente, o quizá le invadió la pesadumbre del Crack desencantado tras fallar varios balones claros de gol. Cosas de cracks. Una ocasión especialmente tuvo que afectarle, fue la que tuvo a bocajarro a pase de Jesse, -que tiene aroma de "Supercrack"- donde le penalizó no embocarla de primeras cuando no había portero, el control le sobró y le dio tiempo a Willy a hacer su  duodécima parada meritoria y  provocar la frustración del Crack portugués. 

 El partido del cancerbero argentino merece mención aparte y se recordará por la descomunal  exhibición de diferentes registros. Por bajo, por alto, por colocación, a bocajarro, con el pié anticipándose. Incluso un balón desviado por un defensa no fue suficiente para sus reflejos. Se recordara por la cantidad desproporcionada de paradas, que fueron hasta 14, para desesperación merengue, que debieron de pensar que para una vez que están enchufados y fluidos por fin esta temporada, se encuentran con un coloso semejante pidiendo a gritos su billete para Brasil 2014.

Ancelotti volvió al Madrid de Isco partiendo de la izquierda y de CR7 por dentro. Un 4-3-3  con Illarramendi de “5″, como el del día del Copenhague. Y con Marcelo y Carvajal de laterales profundos. Ancelotti parece haberse convencido con el paso de los partidos de la evidencia de que este Madrid necesita la profundidad que le dan estos dos. Illarra bajaba a por el primer pase y se la abría al uno o al otro, que por slalom o asociación batían la primera línea de presión que tanto les había costado en los otros partidos. Claramente, el triángulo de salida blanco - Illarramendi, Carvajal, Marcelo- fue crucial para la mejoría evidente. Primer paso para enmendar errores del pasado. Luego sorprendió con la energía de su banda derecha, -Carvajal, Khedira, Di María-. Donde Ángel o Dani  tiraban un desmarque diagonal hacia dentro y el otro por fuera, paralelo a la línea de banda. Funcionó bien la estrategia de Carlo.

 No obstante, el empate a 0 persistió durante toda la primera parte por el buen hacer de Schuster; que con un trabajo admirable de defensa convirtió en la tónica del partido el constante alzamiento de bandera del asistente para desesperación blanca. Hasta 10 fueras de juego. Schuster estudió bien al Madrid, especialmente a Di María, que como zurdo que es tiende a cerrarse en vez de abrirse antes de dar la asistencia, y preparó a su zaga para dar un pasito adelante que los rematadores del Madrid no supieron como afrontar. Sobretodo le costó a Morata no caer en fuera de juego, debido a su exceso de ímpetu que tan bueno es para otras cosas. El cachorro de la casa blanca ha encandilado definitivamente a su manada con su animo, su empuje y su ilusión. La grada ya entregada le adula.

El comienzo de la segunda no cambió mucho. Di María tardó poco en hacer el 1-0 justamente en la jugada que tan bien había estudiado el Málaga. A partir de ahí vino un vendaval que solo un titán como Caballero pudo soportar. Aún que no todo fue Willy; Schuster estuvo listo como de costumbre y demostró que es perro viejo en esto del fútbol. Si no fuera por su organización defensiva y por Willy el Málaga hubiera salido vapuleado de Chamartín, de donde salió con solo dos goles y en circunstancias extrañas. Ancelotti respira para tener al menos hasta el partido de Champions del miércoles un poco de tranquilidad, aun que el italiano ya sabemos que es impasible.






Rubén Martínez.

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