Solo así podemos entender como el equipo con el mejor registro liguero de la historia, solo un año más tarde haya resultado apático y malogrado. O como Iker Casillas naufragó estrepitosamente esta última temporada con actuaciones muy distantes a lo que se espera de un portero de su nivel. O porqué en la era Pep Guardiola los jugadores que menos sintonía tenían con él, como Gerard Piqué, Cesc Fabregas o Dani Alves, bajaron su rendimiento a niveles insospechados, costándoles incluso la titularidad. Los cuales casualmente ahora gozan de buen nivel desde que el de Santpedor pusiera tierra de por medio. Al contrario que los que surgieron de la confianza de Pep; los Pedro, Busquets, Thiago, que no se les reconoce en esta última temporada el nivel de otras.
Todos estos años viendo fútbol; de vueltas con la táctica, la preparación física, la búsqueda del talento o simplemente la fortuna, y resulta que la verdadera clave de un equipo es que una maquina formada por muchas piezas, no mecánicas; humanas, -inestables por naturaleza- necesitan de cariño y afecto. Lo decía David Villa en su presentación como Atletico; "Me dieron el cariño que quizás necesitaba", aseguraba feliz el Asturiano. ¿Quién no necesita de cariño?.
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