domingo, 14 de julio de 2013

THIAGO ES DE PEP




Quizá Guardiola percatándose en los entrenamientos de la falta de características de las que sí goza Thiago; su juego entre lineas y la pausa cuando se requiere, busca en él ese ultimo pase sin espacios, ese masticar la jugada y realizarla en una baldosa, esa magia de crearse un espacio ínfimo y propio que le acompaña como un aura. Seguramente eso le ha llevado a romper sus palabras de no hace mucho donde aseguraba un pacto de no agresión a la hora de llevarse jugadores de su ex-equipo. O quizá la encarnizada usura vasallaje del pelotón "Laportista" hacia el asalto a la no menos hostil directiva, que comenzó en Trentino con el de Santpedor como artillero. Seguramente como en toda duda hay un poco de causa en los dos casos. Duda que no existiría sin el verdadero "quiz" en todo este embrollo; jugar o no jugar, esa es la cuestión. Un jugador de su calidad; 22 años, edad propicia para la consagración y con el mundial a la vuelta de la esquina, no puede permitirse enfriar sus tacos en un banquillo. Debe jugar, pero eligiendo con sumo cuidado. En esa tesitura Pep partía en la "pole". El caso es que el mayor de los Alcantara jugará en Alemania a sus ordenes, eso ya es irrevocable. Y teniendo en cuenta que el equipo de la cuidad condal ya disfruta de este perfil de jugador con sus mayores exponentes, ha aflojado en la tarea de conservarlo a sabiendas de que con el sí del jugador, solo pagando la cláusula de rescisión, el Bayern se hace con la joya de la Masía.  Eso alegaran en barcelona a su favor, como queriendo justificar el yerro de su salida. Con miras a la contratación de un defensa; un puesto mucho más necesario, eso es cierto. 



El Barcelona pierde a un jugador único. Técnicamente posee todo, un control exquisito, un primer toque de los mejores del mundo, recursos únicos para zafarse de contrarios y una solvencia para ejecutarlos superlativa. Por si fuera poco también tiene la visión de juego combinativo, ultimo pase, y definición en los últimos metros. Con todo eso como no le iba a gustar a Thiago Alcantara ser el protagonista -demandaba más minutos- de ese fútbol estético de puro espectáculo, ese que agradecen los puristas del fútbol que pagan una entrada  para ver un evento deportivo. Thiago se entiende con el balón como pocos y sus piernas esconden el poder mas preciado de idear y ejecutar  jugadas únicas, que pueden decidir cualquier partido a favor de su equipo. Le gusta dejar su sello de fantasía en los últimos metros. Ese potencial es enorme y su esencia merece confianza, más de la que ha recibido.




Por sus raíces, muchos han querido ver en su figura a un futbolista de esa vieja escuela tan prolifera en Barcelona que va desde Amor, pasando por Guardiola, Xavi y   que cierra el circulo Busquets. En Barcelona lo llaman cuatro, pero el Hispano-brasileño nunca reconoció ese dorsal y ahí comienzan sus problemas. Su pausa no es la más indicada para esa posición, es una pausa exagerada. Y a veces no es pausa, es jugar lento. Porque la ejecución y la estética le obsesionan en detrimento de la practicidad y velocidad que requiere el fútbol moderno y presta más atención al gesto que a la decisión. Arriesga, y eso nunca fue malo, pero lo hace en una zona  peligrosa en el fútbol de hoy día de tanta presión-transición. El potencial del jugador es una quimera cuando no se confirma y ha concretado poco desde que todavía era un juvenil fascinante con mucho por aprender. No ha ahondado en ese discurso de practicidad y velocidad que se le intentó inculcar, ni ha asumido aún que la post-recepción exige movimiento, no solo el tacto de su bota. Su ritmo no ha madurado y no se ha adueñado de ninguna posición. Porque eso es cierto; domina antes el balón que el juego y a sus compañeros les cuesta confiarle el partido. No saben qué esperar de él en ese sentido. El tiempo pasa y aún no se le reconoce como el futbolista que puede llegar a ser y eso les servirá en can BarÇa para no hacer un drama de su salida. La obra inacabada de Guardiola debería ultimarla en Munich. Pero no pondría mi mano en el fuego.



                                         






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