miércoles, 10 de julio de 2013

LOS SILENCIOS DEL FÚTBOL




No hay sonido más bonito que el de los tacos de los jugadores antes de saltar al césped, que se entremezclan con los gritos de tus seguidores y las arengas de tu capitán . Resuenan por un túnel de vestuarios que camina hacia un nuevo reto, con la ilusión de volver a saborear el éxito. A medida que avanzan aumenta la emoción. En ese momento solo piensas en el trabajo, en lo que tanto ha costado llegar hasta ahí, en no defraudar, en darles una alegría a todos esos seguidores, no fallarles. Es la ilusión del futbolista camino del triunfo que tantas han veces han vivido. La Selección Española de fútbol en los últimos tiempos puede presumir de haberlo conseguido. Después de superar aquella emocionante e histórica tanda de penaltis contra Italia en la Eurocopa de 2008 que cambió la historia negra y fatídica que tanto pesaba. Con el sabio de Hortaleza a la cabeza, y en su particular arenga orientada a creer en esa generación. La de aquellos, ahora históricos, jugadores bajitos con toque y fútbol preciosista, que aún no eran ganadores, se forjo la generación de fútbol más preciosista y laureada  de los últimos tiempos. La más conjuntada. Por aquel entonces pocos creían en ese grupo, pero Luís les convenció de sus posibilidades y les confió en lo que solo él creía, haciéndoles superar esa barrera, esa condición psicológica pesánte que suponía, cambiando el rumbo y liberándonos. Un éxito que a durado hasta hoy  y que a sabido mucho mejor después de tantas desilusiones en el pasado. 



Brasil en Maracaná la otra noche, en esa final que esperaba el mundo, nos hizo volver a caer, para volver a ese silencio sepulcral en el vestuario. El ruido de los tacos volviendo al vestuario ya no es ese ruido bonito que lleva a la esperanza. Ahora ese mismo taqueteo se convierte en huérfano, pues no tiene ningún sonido más que le acompañe. Es estremecedor, llega al patetismo. Esa media hora que sigue es la de ese silencio que hiela, solo algunas frases mientras se cambian y se duchan. Frases parcas y aisladas para lo justo y necesario, un "pasame el jabón" o el entrenador; "vamos chavales, lo hemos dado todo, mañana lo veremos de otra manera" que todos saben de su vocación mecánica, que nadie cree ni contesta. Que resuenan en todo un vestuario cabizbajo que solo puede extenuado del esfuerzo darle vueltas a esa jugada, maldecir a la suerte, lamentar no haber hecho más. Se visten en silencio y se van en silencio. El otro día España fue ese vestuario que saborea el amargo de la derrota. En el mayor de los escenarios, ante todo el mundo. Recordando viejos episodios. Viviendo esos ratos sin palabras, viviendo los peores momentos de este maravilloso deporte; los silencios del fútbol.


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